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22jun

Coperativas de Servicios Públicos. Nueva herramienta empresarial

Laura Sanchez-Cañete Moreno actualidad, cooperacion, empleo, emprendedores, empresa

 

Las cooperativas, entendidas como un grupo de personas que trabajan en una empresa y que poseen su  propiedad al mismo tiempo, son una herramienta empresarial  que lleva en España 150 años dando respuesta a las necesidades empresariales, como una alternativa a las empresas capitalistas.

Los principios distintivos son la ayuda mutua, la responsabilidad, la democracia, la igualdad, la sostenibilidad, la solidaridad y la colaboración para acceder a un beneficio común.

Si a estos valores se le unen los que naturalmente van a imprimir los socios en su constitución y en su posterior desarrollo, como son la pasión, el sacrificio, la voluntad, la confianza mutua  y la cohesión entre todos ellos, hacen de la cooperativa un modelo de crecimiento económico y de integración social.

La oportunidad y la estabilidad laboral que ofrecen a sus socios, se unen a la menor dependencia financiera, ya que el capital necesario para invertir en los proyectos, es aportado en gran parte por los cooperativistas. Si la unidad laboral que forman está compenetrada, la empresa es eficaz, está menos expuesta a la crisis y tiene un menor índice de desempleo que el que se produce en el resto de las empresas (un 15% menos).

Otras de las ventajas tradicionales de las cooperativas es su capacidad, como empresa de cooperación que es, para realizar la formación y  el reciclaje del personal, dentro del seno de la propia empresa, no sólo para su formación continua sino para la preparación de la sucesión dentro de la empresa (formando a los hijos de los trabajadores), cuestión ésta importante que actualmente está siendo reivindicada desde los despachos y desde las grandes empresas españolas que creen que la formación no debería ser desarrollada por una empresa externa , a través de cursos de formación que nada tienen que ver con la idiosincrasia particular de cada entidad, sino que es la propia empresa la que debería impartir la formación a sus trabajadores.

Si además la cooperativa está integrada en un grupo empresarial, las ventajas son aún mayores pues, en primer lugar, el personal que por circunstancias económicas tenga que abandonar una de las empresas cooperativas del grupo, es reubicado en cualquier otra que esté generando mayor volumen de negocio y por tanto necesite personal. En segundo lugar, porque parte de los resultados de las empresas cooperativas se revierten a la matriz para que ésta los pueda utilizar bien para financiar a las empresas con necesidades de recursos para acometer una inversión, bien para recuperar las pérdidas producidas en otras. Estas variables psicosociales inciden no sólo en las personas/socias sino que redundan en la buena marcha empresarial.

Por tanto, tras la gran crisis financiera y económica que estamos aun atravesando y que está siendo denominada como segunda transición democrática, determinados grupos de expertos están llamando a la sociedad para que sea capaz de imprimir un cambio espectacular a la economía, mediante el cambio de su modelo, basándose en el modelo cooperativista; ya no se trata de querer salir de la crisis individualmente sino de manera colectiva, cooperando para competir. Ya no se trata de depender financieramente de las entidades financieras sino de aportar dinero colectivamente para acceder al trabajo.

                             

Y ya no se trata de poseer la propiedad sino el uso de lo común y el acceso a la explotación de los recursos endógenos de la propia tierra. Es decir, aliarse con los gobiernos locales y supralocales para realizar proyectos en común, en los cuales la propiedad es pública pero la gestión es privada y se desarrolla por cooperativas.

Estas son las cooperativas a las que se denominan COOPERATIVAS DE SERVICIOS PUBLICOS O COOPERATIVAS MIXTAS.

Como ejemplos de estas posibles alianzas se pueden citar: la reutilización de inmuebles públicos abandonados o infrautilizados (centros deportivos, escuelas, bibliotecas, …); la gestión de servicios públicos tales como los residuos, la asistencia doméstica y social; la explotación de los recursos naturales, tanto las materias primas de productos alimenticios como los que inciden en proyectos turísticos; etc.

Todo ello convocando a los gobiernos a aliarse con cooperativas para involucrarse en  la creación de un proyecto común en el que el ente público aporte los recursos o medios de producción, la financiación, el control y la gobernanza o toma de decisiones, en las condiciones contractuales más convenientes para todos y la cooperativa ponga la gestión a través de su personal.

Este cambio de modelo económico es posible porque comunidades enteras en el mundo lo han demostrado (casos muy relevantes son los de la localidad de Oñati, en Donostia; la provincia de Quebec, en Canadá; o el entorno del valle Val Cavallina, en el norte de Italia).

Sin embargo, el cambio político que lleva aparejado en nuestro caso es bastante significativo; no sólo hace falta voluntad política sino un cambio drástico en la gestión económica de nuestros entres públicos.

 Pero se presenta como una oportunidad a nuestro alcance porque es de todos conocido que la gestión de los recursos públicos o es ineficiente o éstos están infrautilizados.

 

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